Voy a intentar realizar la segunda tarea propuesta en el Obrador de textos, bajo el título Ética y estética en la literatura, desde mi propia experiencia. Intentarè aplicar dichos conceptos a actividades con las que disfruto diariamente.
Hace años leí una entrevista realizada al bailaor Antonio Gades, en la que el artista manifestaba que su maestra le había enseñado que por encima de la estética estaba la ética. Esta fue la primera vez que escuché una reflexión sobre dicha dicotomía. Para Gades, la estética tenía que ver con la puesta en escena de un espectáculo y este ha de someterse a lo que él entendía como ética,que era el respeto por los principios básicos del flamenco, empezando por la austeridad y sobriedad. Lograr lo máximo con los mínimos recursos, guitarra acompañando a la voz, palmas y pies.
La ética la relaciono con la conducta, con el bien hacer. La estética con la belleza y los sentimientos que producen. Parto de que la idea de belleza no es un absoluto unitario, sino que cada cual lo interpreta a su manera, como un constructo individual.
En cualquier manifestación artística, al menos para mí, ética y estética van unidas. Algunos autores, con esta relación, consiguen grandes obras. Voy a poner algunos ejemplos:
En el campo del cine, la directora Audrey Diwan lleva a la pantalla El acontecimiento, película basada en la novela de la última Premio Nobel Annie Ernaux.
La película, desde el punto de vista ético, es un manifiesto a favor del derecho de la mujer al aborto y a la utilización de anticonceptivos prohibidos en la Francia de los años sesenta. La estética es la forma en la que se narra la historia, sin sentimentalismos, sin intención de juzgar. Los silencios, junto con la práctica ausencia de música y la utilización de primeros planos, se convierten en elementos narrativos.
Nomadland es una película estadounidense escrita, dirigida y montada por Chloé Zhao. Cuenta una historia real. Narra lo que le ocurre a un grupo de personas de más de 60 años que pierden su trabajo y adoptan un estilo de vida nómada convirtiendo sus coches en un hábitat permanente. La película es una mezcla de documental y cine.
En el campo de la música, mi pasión confesable, voy a mostrar dos trabajos realizados en este año:
Los Chikos del Maíz, en Nómadas, nos dan un golpe de realismo, a ritmo de rap, con una letra revolucionaria y una escenificación propia del estilo: gorra de béisbol, piercings, pantalones anchos, tatuajes (para mí, narrativa esculpida en la piel).
Silvia Pérez Cruz, hace unas semanas, publicó su último trabajo bajo el título Toda la vida, un día. A través de veinte canciones, nos invita a un viaje, donde letra, música y voz se compaginan para darnos un baño de nostalgia hacia diferentes ritmos. Si existe el inconsciente colectivo, la música sería un lugar de encuentro. Fuera de los circuitos en los que algunos músicos confunden el valor con el precio, la autora realiza un trabajo de sobresaliente, donde ética y estética se funden en un todo.
En la novela de Montero Glez Manteca colorá, se cuenta la historia de un hombre que se dedica al contrabando de hachís y se ve envuelto en una venganza que le lleva a la muerte. El determinismo juega un papel importante. El uso que hace el autor del lenguaje convierte la obra en puro esperpento. Ni la ética ni la estética que se narran en esta novela pueden verse como modelos a seguir, pero sí como un reflejo de la sociedad en la que vivimos, donde las injusticia y la miseria siempre se dan en los mismos lugares y a la misma gente.
En la novela El lugar, de Annie Ernaux, la autora, tras la muerte de su padre, reflexiona sobre su relación con él y el mundo donde el azar la ubicó. La educación reglada es la que la extrae de la precariedad del ambiente proletario en que nació. A Ernaux no le gusta que a sus trabajos se les llame novelas, desconozco la razón. Sus textos están escritos en primera persona, con un lenguaje cuidado pero al mismo tiempo asequible para todos.
Para mí, la ética y la estética tienen que utilizarse de la misma forma que la harina y el agua en el proceso de la elaboración del pan.
La ética la relaciono con la conducta, con el bien hacer. La estética con la belleza y los sentimientos que producen. Parto de que la idea de belleza no es un absoluto unitario, sino que cada cual lo interpreta a su manera, como un constructo individual.
En cualquier manifestación artística, al menos para mí, ética y estética van unidas. Algunos autores, con esta relación, consiguen grandes obras. Voy a poner algunos ejemplos:
En el campo del cine, la directora Audrey Diwan lleva a la pantalla El acontecimiento, película basada en la novela de la última Premio Nobel Annie Ernaux.
La película, desde el punto de vista ético, es un manifiesto a favor del derecho de la mujer al aborto y a la utilización de anticonceptivos prohibidos en la Francia de los años sesenta. La estética es la forma en la que se narra la historia, sin sentimentalismos, sin intención de juzgar. Los silencios, junto con la práctica ausencia de música y la utilización de primeros planos, se convierten en elementos narrativos.
Nomadland es una película estadounidense escrita, dirigida y montada por Chloé Zhao. Cuenta una historia real. Narra lo que le ocurre a un grupo de personas de más de 60 años que pierden su trabajo y adoptan un estilo de vida nómada convirtiendo sus coches en un hábitat permanente. La película es una mezcla de documental y cine.
En el campo de la música, mi pasión confesable, voy a mostrar dos trabajos realizados en este año:
Los Chikos del Maíz, en Nómadas, nos dan un golpe de realismo, a ritmo de rap, con una letra revolucionaria y una escenificación propia del estilo: gorra de béisbol, piercings, pantalones anchos, tatuajes (para mí, narrativa esculpida en la piel).
Silvia Pérez Cruz, hace unas semanas, publicó su último trabajo bajo el título Toda la vida, un día. A través de veinte canciones, nos invita a un viaje, donde letra, música y voz se compaginan para darnos un baño de nostalgia hacia diferentes ritmos. Si existe el inconsciente colectivo, la música sería un lugar de encuentro. Fuera de los circuitos en los que algunos músicos confunden el valor con el precio, la autora realiza un trabajo de sobresaliente, donde ética y estética se funden en un todo.
En la novela de Montero Glez Manteca colorá, se cuenta la historia de un hombre que se dedica al contrabando de hachís y se ve envuelto en una venganza que le lleva a la muerte. El determinismo juega un papel importante. El uso que hace el autor del lenguaje convierte la obra en puro esperpento. Ni la ética ni la estética que se narran en esta novela pueden verse como modelos a seguir, pero sí como un reflejo de la sociedad en la que vivimos, donde las injusticia y la miseria siempre se dan en los mismos lugares y a la misma gente.
En la novela El lugar, de Annie Ernaux, la autora, tras la muerte de su padre, reflexiona sobre su relación con él y el mundo donde el azar la ubicó. La educación reglada es la que la extrae de la precariedad del ambiente proletario en que nació. A Ernaux no le gusta que a sus trabajos se les llame novelas, desconozco la razón. Sus textos están escritos en primera persona, con un lenguaje cuidado pero al mismo tiempo asequible para todos.
Para mí, la ética y la estética tienen que utilizarse de la misma forma que la harina y el agua en el proceso de la elaboración del pan.